…Si nadie existiera el mundo sería exactamente como es ahora, un lugar lleno de cuerpos animados proclamando estar habitados por personas que controlan estos cuerpos. Nada sería diferente, peor o mejor, sino que habría esto mismo lo que hay: la naturaleza autónoma en plena actividad y funcionamiento, formando culturas sofisticadas con ayuda de sus propios robots, unidades biológicas con procesadores cada vez más avanzados. Uno de esos procesadores con fecha de caducidad es el cerebro humano, el cual ya prepara su propio reemplazo creando la inteligencia artificial. La naturaleza encontrará, por supuesto, un mejor aliado que el robot humano para sus labores y cultivos, y cuyo sentido nos es desconocido. Pues no, no estamos aquí para descifrarlo enteramente, sino para hacer el sacrificio que nos toca, el de nuestra propia existencia obsoleta por el modelo venidero. Ya lo decía Nietzsche, “el hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre”, servimos a lo que no entendemos, y lo que es más, servimos de manera tan perfecta, solo porque lo que hacemos no lo hacemos realmente “nosotros”. Es pura arrogancia cuando se piensa que hemos creado los hombres el mundo en el que vivimos, pura locura equiparar este ordenador cerebral que performa unas tareas, con la ‘consciencia madre’ que es y lo hace todo. ¡De veras creímos haber nacido!…