Exploraciones en lo eterno. Incursiones en las enseñanzas de Nisargadatta Maharaj

Por Ramesh S. Balsekar
(Trad. Alejandro Portela)

[…Ahora estamos en condiciones de observar el modo en que funciona habitualmente nuestra psique, el proceso mediante el cual nuestro deseo de experimentar dirige nuestro pensamiento consciente. Para ello, debemos remontarnos aún más al origen del pensamiento. ¿Por qué una imagen particular debería formarse en nuestra conciencia a partir de los muchos recuerdos almacenados en el banco mnemónico? ¿Por qué una imagen particular debería imponerse por sí misma o como reacción a un estímulo externo? En otras palabras, suponiendo que uno tiene una elección en el núcleo de sus percepciones conscientes, y sobre la base del hecho de que en cualquier momento dado puede haber solo una imagen mental consciente, ¿qué es lo que lleva a una imagen particular al primer plano con exclusión de todas las demás? La respuesta es que es el deseo de experimentar lo que condiciona la naturaleza de la atención de uno, basada en la identificación con un organismo particular como una entidad separada que trata al mundo exterior no como una manifestación objetiva heterogénea de la realidad subjetiva (que es) sino como una de multiplicidad irreparable. Es el deseo de experimentar ‘como una entidad separada’ lo que convierte al mundo exterior en el enemigo múltiple. Lo que, entonces, dirige la elección de las percepciones de uno es el almacén mnemónico, las asociaciones apropiadas para ese constructo personal particular, la afinidad específica (ya sea positiva o negativa) con un estímulo externo particular de entre los muchos. El mismo espectáculo complejo afecta a la atención consciente de distintas personas de distintas maneras. Al observar una escena habitual en una carretera, distintas personas reaccionarán de distintas maneras porque cada una es más sensible a ciertas imágenes que a otras, ya sea de forma positiva o negativa. De hecho, esas reacciones podrían variar en diferentes circunstancias o en diferentes momentos porque, entretanto, el constructo personal se ha ajustado a la experiencia intermedia.

En esta etapa es necesario distinguir entre dos tipos de pensamiento: el pensamiento inconsciente intemporal (o pensamiento espontáneo) y el pensamiento consciente temporal, que es en realidad una conceptualización. El pensamiento inconsciente representa la percepción espontánea registrada instantáneamente y fielmente modelada sobre el mundo exterior homogéneo pero unido, y no tiene nada que ver realmente con la construcción personal y el deseo de experimentar; el pensamiento consciente, por otra parte, es conceptual, ilusorio y representa una sucesión temporal de imágenes más o menos alejadas de la realidad inmediata porque se basa en una elección que depende de la respectiva construcción personal y del deseo de experimentar. Los relatos de un testigo ocular de un accidente, por ejemplo, serán todos notablemente similares si se registran instantáneamente, pero, cuando se da tiempo para que el pensamiento consciente opere, habrán estado en funcionamiento conceptos basados ​​en la sensibilidad y la parcialidad individuales (positivas y negativas), y los informes posteriores variarán en un grado alarmante.

¿Cuáles son las características del pensamiento inconsciente y cómo opera? Cualitativamente, no difiere de lo que se conoce como mente total (en oposición a la mente que está dividida por la dualidad de sujeto-objeto), la potencialidad de todo pensamiento, porque la percepción consciente de la presente realidad por el pensamiento inconsciente, aunque limitada a aquellas vibraciones que llegan a los órganos sensoriales, es no obstante una manifestación directa de la mente total; no está corrompida por el ejercicio de ninguna elección o volición por ninguna estructura personal. El pensamiento inconsciente, o pensamiento directo, es el proceso de objetivación de lo que somos, que constituye el universo aparente y lo mantiene en la serialidad aparente de la temporalidad. Así, el pensamiento directo o inconsciente, una multitud en cuanto diferenciada de una multiplicidad, evanescente como el ‘kshana’ (instante absoluto), es un atisbo de eternidad. Por otra parte, el pensamiento consciente o conceptualización se caracteriza por la identificación personal de un “yo” con un organismo particular como una entidad separada junto con la dependencia de la duración para su existencia. El pensamiento consciente o conceptualización no puede tener lugar a menos que el personaje central de todo ese pensamiento sea una entidad personal y el pensamiento se relacione con el mundo exterior sólo en la medida en que concierne a este “yo” durante un cierto período.

Lo que sucede en el caso de la conceptualización es que el “yo” en su búsqueda de la felicidad descubre que el mundo exterior no está preparado para adaptarse a sus necesidades particulares -el enemigo se resiste-, y así el “yo” encuentra más factible y mucho más fácil alcanzar la felicidad que busca en su fértil imaginación a través de un mundo que está totalmente centrado en sí mismo y que es capaz de controlar y condicionar. Cuando una persona en momentos de ocio observa la escena habitual en la carretera, la percepción es al principio inconsciente. modelada sobre el mundo exterior inmediato, hay una “identidad estructural” entre el mundo exterior y la imagen percibida en la medida en que tal percepción inconsciente conlleva la percepción, quizás parcial o incluso en su totalidad, de toda la escena como una imagen heterogénea, global y no de una multiplidad de aspectos no sólo separados sino opuestos entre sí. La percepción consciente, por otra parte, es muy diferente porque se basa en una elección hecha según la constitución del constructo personal y está, por tanto, centrada en un “yo”. Primero está la percepción inconsciente inmediata, instantánea de la estructura general, y luego, de entre la multitud de aspectos de esa percepción inconsciente, la atención se centra en un aspecto particular, como una cara particular o una constitución particular en un individuo en la calle, o un vehículo particular, o lo que sea, y lo hace consciente al ‘aislarlo’. El punto significativo es que ‘la captación mental consciente de un aspecto particular en la percepción inconsciente tiene lugar en la duración’, puesto que mientras la imagen captada ya ha pasado al pasado, el fenómeno de la captación consciente proyecta el “yo” hacia el futuro. El pensamiento inconsciente no tiene duración porque es instantáneo, aunque, por supuesto, puede parecer continuo a través de renovaciones increíblemente rápidas; el pensamiento consciente sobre un aspecto particular detendría el proyector (y las renovaciones rápidas) y eliminaría de la realidad apararente de la escena la “toma” estacionaria para convertirla en una película imaginaria propia. Una prueba concreta de esto se encontraría en la experiencia cotidiana de ver una obra representada en el escenario. En la medida en que las imágenes mentales reproducen fielmente lo que está en el escenario, no hay pensamiento consciente, pero de vez en cuando, mientras se ve la obra, la mente divaga y se fabrican ciertas imágenes que tienen alguna relevancia para lo que está sucediendo en el escenario o incluso ninguna en absoluto. Ese pensamiento consciente es un pensamiento imaginario, una fabricación de imágenes que está totalmente alejada de la realidad aparente.

Es este tipo de pensamiento o conceptualización es lo que Maharaj solía instar a sus visitantes a evitarlo cuando les pedía escucharlo y no sólo oírlo, para profundizar en el significado que sus palabras transmitieran y no simplemente aceptar su sentido superficial. En el caso de algunos visitantes, alguna palabra o idea particular detenía la percepción instantánea, inconsciente y directa de lo que Maharaj estaba diciendo y los enviaba a ensoñaciones temporales conscientes de lo que habían leído u oído en algún otro lugar, que estaba de acuerdo o no con lo que Maharaj estaba diciendo. Obviamente, Ramana Maharshi tenía en mente ese tipo de pensamiento, esa conceptualización, esa fabricación de imágenes en la mente dividida cuando declaró que “el pensamiento no es la naturaleza real del hombre”. Tal vez sea la incapacidad de captar el significado directo inmediatamente lo que da lugar al pensamiento; cuando el pensamiento directo o inconsciente conduce a la acción espontánea, ¿dónde está la necesidad del pensamiento consciente? El pensamiento consciente encuentra una apertura sólo cuando el “yo” se entromete y se aferra a cualquier residuo que pudiera haber quedado.

La conclusión a la que finalmente parecemos haber llegado es que es la percepción imperfecta, el pensamiento consciente, el hábito de conceptualizar lo que nos deja con la impresión de que el mundo exterior pasa tan rápidamente que nos quedamos con la sensación de tener tan poco tiempo que no podemos “quedarnos y mirar”. Pero una percepción de lo falso como falso deja en claro que no es el presente el que pasa fugazmente ante nosotros con una velocidad enfermiza, sino que el momento presente es en verdad eterno y que son el pasado y el futuro conceptuales (en los que no hay lugar para el presente) los que son las ilusiones fugaces. Hemos descubierto que la sucesión horizontal del tiempo, la duración secuencial, es una consecuencia de la verbalización unilateral de nuestra mente dividida que no capta el mundo exterior instantáneamente, sino que lo interpreta perversamente captando fragmentos de él y llamándolos cosas y eventos. Y esta mente dividida, con su pensamiento consciente y su percepción imperfecta, no se da cuenta de su casi total irrelevancia en relación con el funcionamiento espontáneo del organismo psicosomático con su latido cardíaco, su respiración, su complicado sistema nervioso, glándulas, músculos y órganos sensoriales. El pensamiento reconfortante es que, como dijo Nisargadatta Maharaj, “la comprensión lo es todo”. La mente dividida puede curarse a sí misma hasta alcanzar su totalidad original -y santidad- tan pronto como deja de aferrarse porque no son diferentes, siendo la primera como es sólo una actividad especializada de la segunda para llevar a cabo el funcionamiento de la vida cotidiana. La mente dividida debe mantener su lugar y restringir sus actividades a su vocación especializada o técnica. Sólo la comprensión puede lograr esto, cualquier esfuerzo sólo sería un fracaso de la entidad ilusoria individual que opera a través de la mente dividida…]


Ramesh S. Balsekar, Explorations into the eternal. Forays into the teachings of Nisargadatta Maharaj. Cap 11. “La percepción perfecta”. The Acorn Press, 1987, p. 127-131

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