…Lo “significativo”, en el sentido de lo relevante, para esta psicología ‘ánimus’ que marcha negativamente al son del espíritu moderno más allá de la perspectiva ingenua del ‘ánima,’ ya no está en el campo semántico del significado, en la polisemia del símbolo ni en la diversidad de la experiencia estética de las imágenes, sino en la sintáxis del enunciado, en la estructura lógica del pensamiento, en la ‘forma’ interna como algo se dice y no en lo que se dice, en el contenedor alquímico no en sus contenidos, en el orden intrínseco del fenómeno, su logos, y no el aparente ‘cosmos’. El mundo no es visto ya como un “sueño” que deba ser comprendido en sus propios términos imaginales tal como lo viene queriendo y realizando una psicología ‘ánima’ , eso es solo el portón del alma no su esencialidad más íntima, pues bajo la matriz simbólica inconsciente, descubrimos aún una verdad más profunda que los mitos antiguos (que por lo demás ya no son los nuestros), y es que hay todavía una “razón” tras nuestras imágenes que tiene que ser pensada racionalmente, eso ‘nouménico’ inaccesible, que por temor a pensarlo más que por una limitación epistémica, quedó a oscuras en la noción junguiana de ‘arquetipo’. El mismo término, ya en su etimología, nos remite a cierto ‘principio’ (arké), no a la mística “noche donde todos los gatos son pardos” diría Hegel, sino a un fundamento racional (Grund) objeto del preguntar de los primeros filósofos de la physis. La seca razón del mundo, eso de lo que el romanticismo y una óptica pesimista de nuestros tiempos huye, ahí es a donde nosotros hemos de encaminarnos en pos de lo verdaderamente significativo, por poco agradable que sea a nuestras vidas urgidas de un sentido personal y “reencantamiento del mundo”. A la psicología también le toca pasar de su infancia, interiorizarse para madurar…